Para muchos, o al menos para mí, el momento más preciado del día es el tiempo que paso en la cama. Esto tiene sus explicaciones:
En primer lugar, no solo sirve para relajarte si no que también puedo pensar en aquellas cosas que han ocurrido a lo largo del día, lo cual es muy importante.
En segundo lugar, la cama es un sitio donde se lucha constantemente contra frío. En invierno siempre intento quedarme en el mismo lado de la cama para poder dormir calentito. En cambio, en verano, esta batalla de lógica se convierte en una de estrategia. No solo me voy cambiando de lado de la cama durante periodos de tiempo relativamente cortos (lo suficiente para que se enfríe el lado que no está en uso), si no que también doy la vuelta a la almohada para mantener la cabeza y el cuello fríos también.
Otro punto importante de estar en la cama es que aquí es donde se producen la mayor parte de mis historias que me gustarían que me pasasen algún día, pero se que no serán factibles. Por ejemplo, un sueño que tuve hace poco fue que aprobaría el siguiente examen de filosofía.
Solamente me dan rabia dos cosas de estar en la cama: La primera es que el tiempo se pasa volando y no basta con eso, además te despierta lo peor que ha podido inventar el hombre: La alarma. En segundo lugar es que rara vez me acuerdo de mis sueños.
Gonzalo M.
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